El Corazon de un Perro Abandonado.

 "Bien puede decirse que la vida es un episodio que viene a perturbar inútilmente la nada" A. Schopenhauer.

Después de 4 años en la cárcel, 38 países visitados, 198 amantes, 12 trabajos diferentes y después de las muchas vidas que he vivido sin siquiera morir, al fin entendí que es lo que he estado buscando en este mundo desde que nací hace 67 años.

Al fin, entendí por qué aquella vez, en mi primera relación, tolere la infidelidad (o infidelidades) de mi primera novia, hasta que ella se compadeció de mi miserable alma y decidió terminar conmigo para poner fin a mi sufrimiento.

Finalmente, comprendí también la razón por la cual tuve una etapa donde me era muy fácil conquistar una chica nueva cada fin de semana, y aun así nunca pude construir una relación más larga de dos semanas.

También descubrí ese motivo que tenía mi alma para darme una personalidad distinta una vez cada tantos años. Dios, si alguien pudiera ver donde estoy y lo que fue mi pasado, cualquiera creería que está presenciando la vida de 10 personas diferentes. En realidad, era solo yo tratando de adaptarme para conseguir algo que mi ser buscaba inconscientemente.

Las 3 semanas con María en Filipinas y el fin de la relación cuando le dije "te amo".

Los 2 meses en Panamá cuando aprendí a bailar y usaba eso para estar con una chica diferente cada mes.

Los 6 meses en India en los que, mientras trataba de aprender "yoga" para calmar mi espíritu, termine (sin querer) teniendo sexo cada fin de semana con turistas pretenciosas que decían que querían "descubrirse a sí mismas".

Los 9 o 10 meses en Europa que casi no recuerdo, ya que siempre estaba bajo el efecto de alguna droga sintética nueva.

Cada acción de mi vida fue motivada por algo que mi alma buscó insistentemente sin ser consciente de ello.

Todos mis errores.

Todos mis viajes.

Todas la drogas.

Todas las fiestas.

Todas las verdades y mentiras.

Mi vida se definió por la búsqueda constante de una sola cosa.

Amor.

Ahora que estoy en el final de mis días, he tratado de domar mi espíritu y tratar de reflexionar sobre el desastre de vida que he tenido.

Acabo de descubrir, mientras tomo una cerveza en un bar elegante en España, porque he sido el imbécil que he sido desde que tengo memoria.

Tengo el corazón de un perro abandonado.

Y no es culpa de nadie, y no es que no haya recibido amor.

Un perro abandonado, una vez que consigue a alguien que le alimente al menos una vez, le seguirá fielmente. Con pasión, desde la necesidad. Como si esa persona fuese Dios. Como si fuera la única persona que le puede alimentar. Como si su mundo se acabara, si esa persona decidiera un día dejarlo nuevamente en el abandono. 

Ese perro estaría dispuesto a todo por no estar solo otra vez.

Ese perro aprendería trucos para entretener a la razón de su existir.

Seguiría fielmente a ese ser humano hasta el fin del mundo.

Y una vez abandonado, ese perro pensaría que nunca conseguiría otra vez a otra persona así, y como consecuencia, no comería otra vez, apagándose lentamente hasta que, en los últimos momentos antes de morir de hambre, recordaría vivamente y con melancolía cada momento que fue feliz y también cada instante en que sintió que la vida es una mierda.

Este perro a veces consigue uno que otro bocado de comida que algún extraño le arroja. Este alimento, sin embargo, a pesar de cubrir un poco su hambre, solo extiende su agonía y le hace desear más y más.

El perro abandonado tendrá la ilusión permanente de que cada extraño que le da un poco de comida estará con él toda la vida. Sin embargo, siempre descubre que la soledad y el hambre serán su única constante.

Y cuando su corazón está a punto de dejar de latir, una migaja de pan extiende por unos segundos más su vida, extendiendo su sufrimiento.

Así ha sido mi vida.

Sentirme amado y dar amor han sido las drogas que me han jodido más la vida.

Ahora que, después de tantas caídas, puedo racionalizar mejor, me parece una locura como yo o cualquier humano puede llegar al punto de sentir la necesidad de amor tan fuerte como el hambre y la sed.

¿Seremos, acaso, nosotros, como seres humanos, los únicos seres que se complican la vida con algo que realmente no necesitan para vivir?

¿Será realmente el amor algo necesario para la existencia humana?

Son de esas cosas cursis que uno se pregunta después de terminar una relación. Para mí, sin embargo, en este momento en el que no tengo nada de dinero en el banco y donde tampoco sé donde dormiré, esta pregunta se ha convertido en la cuestión filosófica que define y explica mi vida.

Se trata de hacer racional lo irracional.

En búsqueda de amor, lo más irracional de mi ser tomó control de mi vida y me llevo a lugares que ni Dios visitaría. Por dentro, mi consciencia despertaba a veces en esos momentos y se preguntaba como carajo terminamos en el peor barrio de algún país latinoamericano solo por tener sexo con una chica que había conocido dos horas antes.

Visto desde este punto de vista, el amor y todos los demás sentimientos parecen un capricho de la consciencia. Y aun así, la falta de cariño se sentía como un perro que no come desde hace una semana: mi corazón no podía tolerar la soledad.

Quizás, si nuestros sentimientos estuvieran atados solo a la idea de la supervivencia como los demás animales, ya habríamos conquistado toda la galaxia e incluso colonizado otros planetas.

Pero aquí estamos, distraídos, pensando en como lograr dormir con la misma persona por siempre.

Nos ilusionamos en tener la emoción del primer beso todos los días.

Y soñamos con tener el corazón encendido de amor por alguien que esté igualmente dispuesto a disfrutar hasta el más pequeño momento con nosotros.

¿Cuántas cosas no habría conquistado el humano, de no ser porque siempre nos motivan más un abrazo y un beso que la supervivencia?

Hoy yo estoy sin casa, sin amigos, sin familia, y con mi séptima nueva identidad recién creada.

Y quizás, si no fuera porque el amor se convirtió en una necesidad primitiva para mí, estaría en mi mansión preocupándome sobre donde estacionar el nuevo Ferrari que hubiera comprado tras el éxito de mi quinto negocio.

La diferencia entre quien soy y quien pude haber sido es el amor.

Estoy seguro de que la versión de mi "yo" de otro universo, esa que mantuvo bajo control sus sentimientos, ahora mismo está volando en su jet privado a una junta de negocios con unos árabes en Dubai.

Sin embargo, la historia de mi universo, este en el cual estoy borracho pensando sobre mi existencia, es solo la de un pobre diablo que debió morir hace años después de todas las estupideces que hizo en busca de cariño.

Y es que cada vez que sentía la muerte llegar, el beso de alguna extraña me daba esperanzas y me hacía sentir que vivir merecía la pena. Los "te amo", los abrazos, las citas en el parque y los atardeceres en los que tomaba de la mano a quien creía era el amor de mi vida en ese momento, todas estas cosas se convirtieron para mí en la droga que me motivaría a buscar la paz mundial si fuera necesario para tan solo sentirme amado.

Y así, como cualquier droga, la ausencia de amor significaba la mayor de las crisis. Como cualquier adicto, hice hasta lo impensable con tan solo sentir que alguien me amaba.

Hoy entiendo, sin embargo, que no hay nada que podía hacer para detener esta necesidad.

Incluso me parece fútil pensar en hacer filosofía de algo tan poderoso, insensato, hermoso y dañino como el amor.

Pues por mucho que he reflexionado sobre él esta noche, mi racionalidad sabe que nunca pudo domar las sensaciones que hacían que mi corazón tomara el control de mi vida.

Y quizás esto no es una tragedia.

Tal vez el hecho de que mi corazón fuera incontrolable es parte de lo más crudo de nuestra naturaleza humana.

Probablemente, lo que nos define como humanos es que siempre necesitamos a alguien más para dar vida a lo hermoso e irracional que parece dar propósito a nuestra existencia: El amor.

Seguramente sin amor la vida sería menos complicada. Pero si el amor nos define como humanos, ¿Vale la pena vivir una vida sin este? 

Es nuestra esencia.

Somos porque amamos.

Sin amor, todo lo que hemos construido como humanidad, para bien o para mal, no existiría.

Por amor existe el Taj Mahal.

Por amor (o la ausencia de este) buscamos ser millonarios para sentirnos amados, a pesar de la falsedad que viene con un amor así.

Gracias al amor, algún padre de familia se despierta a las 6 de la mañana para ir al trabajo y así poder alimentar a su esposa y a sus hijos.

Por culpa del amor, algún miserable se acaba de quitar la vida en algún puente tras un divorcio.

Lo más cruel y lo más noble de la vida tienen una causa común: La búsqueda incesante del espíritu humano de la calma que brinda el sentirse amado.

Y a pesar de todo, no me arrepiento de nada.

Porque recuerdo con emoción cada palabra, cada beso, cada baile con cada una de las personas que fueron, en su momento, el amor de mi vida. Y tuve como 50 historias así. 

¿Soy un fracasado por dejar que mi alma buscara sin descanso eso que parecía hacerla feliz?

Si alguno de esos pretenciosos que tiene una vida estable ve mi vida con desprecio, es porque ellos fueron unos cobardes que consiguieron su paz a cambio de renegar de lo más salvaje de su humanidad.

Y lo más salvaje de nuestra humanidad es realmente esa vulnerabilidad en la que admitimos con nuestras acciones que todo lo que queremos es amor.

Y aun después de esta revelación que he tenido en mi mente, mi corazón seguirá sordo a los consejos de mi cerebro. Sigo siendo ese perro abandonado que busca satisfacer esa necesidad que da motivo a su existencia.

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Pedro, al terminar su cerveza, pago con las últimas monedas que tenía en su bolsillo. Mañana tiene una entrevista para un nuevo trabajo. Estaba emocionado, pues parece que esta oportunidad le permitiria comprar ropa nueva que podria usar en los bailes sociales de Madrid. 

Pedro queria impresionar al futuro amor de su vida, a pesar de que ha estado durmiendo desde hace 1 semana en la calle.

En los parlantes del bar, empezo a sonar cha cha cha, el genero de musica favorito de este hombre aventurero. Pedro cerro los ojos y empezo a murmurar la letra de la cancion.

Con sus ojos cerrados, Pedro sintio en su pierna una mano suave y delicada. Era una chica extranjera, quien le habia visto bailar antes esa noche. Quizas ambos no encontrarian las palabras para comunicarse debido a la diferencia de idiomas, pero solo basto la mano de esta chica en el aire para entender que ambos, esa noche, tenian el mismo deseo.

La calma del contacto fisico.

La armonia de una abrazo en movimiento.

La posibilidad de una primera conversacion.

La emocion de una potencial noche juntos.

La expectativa de lo que podria ser quizas el inicio de la historia de amor mas hermosa que este mundo ha visto.

Al menos estos son los escenarios que tenia Pedro en la cabeza mientras bailaba con la chica como si fuera la ultima vez que fuese a bailar en su vida.

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